lgunos reconocidos exponentes del evangelio, principalmente dentro de la corriente de pensamiento reformado, aseveran que Dios odia al pecador. Son varios los reformados que figuran en la lista y que abordan el tema en cuestión de manera tajante. A pesar de ser fieles creyentes, defensores del evangelio y verdaderos siervos de Cristo; no puedo cocernir con ellos en lo que a este tema respecta.
¿Verdaderamente Dios odia al pecador como aseveran algunos destacados predicadores en la actualidad?
Algunos reconocidos exponentes del evangelio, principalmente dentro de la corriente de pensamiento reformada, aseveran que sí. Son varios los reformados que figuran en la lista y que abordan el tema en cuestión de manera tajante. A pesar de ser fieles creyentes, defensores del evangelio y verdaderos siervos de Cristo; no puedo cocernir con ellos en lo que a este tema respecta.
Centrándome en el tema que hoy me ocupa, adelanto a modo de sinopsis que tal afirmación, venga de quien venga, es un serio error de interpretación bíblica. Antes de proseguir deseo acuñar a este escrito el pensamiento popular y controvertido que reza de la siguiente manera: “Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador”. Es una de las frases que el mundo ha popularizado y que sostuvo Mahatma Gandhi quien fuese hinduista. Pero… ¿acaso esta afirmación se aleja de la verdad bíblica como sostienen algunos proponentes de corte reformado? No quiero que piense, amado lector, que mis intenciones son respaldar a Gandhi, más bien mi intención es que podamos ver que a la luz de las Sagradas Escrituras, esa visión del cristianismo no es propia de Gandhi, y aunque no encontraremos en la Biblia dicho pensamiento de manera explícita, puede inferirse sin temor a estar equivocado.
Como principio general al cual debemos ceñirnos si es que deseamos con seriedad preservar la pureza del contenido bíblico sin que este se vea trastocado por nuestros pareceres o ideología particular, debemos permitir que la misma biblia sea su propio intérprete. Permitamos que las Sagradas Escrituras se expresen con claridad al respecto sin saltar a conclusiones desviadas de la verdad.
Como principio general al cual debemos ceñirnos si es que deseamos con seriedad preservar la pureza del contenido bíblico sin que este se vea trastocado por nuestros pareceres o ideología particular, debemos permitir que la misma biblia sea su propio intérprete.
Retomando la cita de 1 Juan 4:8, lo primero que estamos obligados a preguntarnos es, ¿cuál es la naturaleza y esencia misma de Dios? En un menor grado de dificultad afirmamos lo que afirmo Juan, “Dios es amor”. Esta es una manera escueta, simple de responder y que de hecho bastaría para aceptar que Dios sí ama al pecador. Pero en mayor grado de comprensión esta misma afirmación nos permite entender varias verdades que guardan relación. Lo primero a considerar es que, si Dios es amor, si Dios por naturaleza es absoluto, en consecuencia, su amor… ¿es cómo? absoluto. La segunda cosa que debemos considerar y que se deriva de lo expuesto antes es que, si el amor de Dios es absoluto, entonces existe eternamente amando y si existe eternamente amando, su amor no puede ser parcial como tampoco condicional como es el caso de otros dioses inexistentes cuyo amor si es parcial y condicional.
si el amor de Dios es absoluto, entonces existe eternamente amando y si existe eternamente amando, su amor no puede ser parcial como tampoco condicional como es el caso de otros dioses inexistentes cuyo amor si es parcial y condicional.
Aparte de lo ya expuesto, ejemplos bíblicos sobran para seguir demostrando que Dios sí ama al pecador y que esta es la pura visión del cristianismo en contraste con las visiones de otras religiones. Ejemplo, considere el siguiente versículo en Mateo 5:44,45 el cual manifiesta: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Sería una incoherencia exigirle a una persona cumplir con un deber moral si uno mismo no está dispuesto a cumplir con ese deber. No sería ético ni moralmente correcto, de hecho, sería totalmente amoral. No olvidemos que las personas poseen un valor intrínseco así como absoluto y esto es por designio divino. Las personas poseen un alma inmortal unida a su corporeidad y por tal razón gozan de una dignidad intrínseca e infinita. Tomas de Aquino creía sobre la persona: “Persona est relatio”, “la persona es relación”. En otras palabras, que las personas son seres en relación. De hecho, Dios nos creó a imagen y semejanza suya porque su deseo siempre ha sido que podamos relacionarnos con Él eternamente. Por esa y otras razones más, es inconcebible pensar que Dios nos pida que amemos a nuestros semejantes si Él los odia. Note como la misma cita bíblica pone de manifiesto que tal acto de benevolencia y amor los haría perfectos, así como el Padre que está en los cielos es perfecto. El Padre ama a todos y nosotros como creyentes debemos amar también a todos sin distinción.
No olvidemos que las personas poseen un valor intrínseco y absoluto y esto es por designio divino. Las personas poseen un alma inmortal unida a su corporeidad y por tal razón gozan de una dignidad intrínseca e infinita.
Romanos 5:8,10 es otro pasaje útil como argumento que desarma tales pensamientos que a todas luces contrarían la verdad evidente en la Biblia. El apóstol Pablo afirma que aun cuando los creyentes eran pecadores no arrepentidos, Cristo murió para expiar sus culpas. De hecho, esta verdad afirmada por el apóstol Pablo pone de relieve que es el amor de Dios su cualidad dominante, así como atrayente —así es el amor de Dios— como Juan 3:16 afirma entre otras cosas, que el amor de Dios: es inmensurable (no hay forma de medirlo), es sacrificial (Cristo murió por quienes solo merecían la muerte eterna irremediablemente), es incluyente (a todo aquel que cree), brinda seguridad (la seguridad de la salvación). 1 Juan 2:2 nos dice que Cristo se ofreció por los pecados de todo el mundo. Así son los quilates del amor de Dios el cual no tiene comparación.
Pablo afirma que aun cuando los creyentes eran pecadores no arrepentidos, Cristo murió para expiar sus culpas. De hecho, esta verdad afirmada por el apóstol Pablo pone de relieve que es el amor de Dios su cualidad dominante, así como atrayente.
Los pasajes mayormente citados por quienes afirman el supuesto odio de Dios al pecador son: Salmos 5:5, 7:11, 34:16 y Proverbios 11:20. Como regla general de interpretación, es fundamental que consideremos inicialmente el pasaje de manera literal y exploremos su contexto inmediato, así como su contexto más amplio. Al leer estos pasajes de manera literal, obviando pasajes como los anteriormente incluidos a favor del amor de Dios hacia él pecador, podríamos con facilidad creer que definitivamente Dios si odia a los pecadores. No obstante, al contrastar lo que afirman estos versículos presentes en estos libros poéticos y las demás citas abundantes en toda la biblia, nos damos cuenta de que no existe tal contradicción y que simplemente se trata de una cuestión de interpretación. El problema estriba en una mala interpretación de estos pasajes. Considere un momento Proverbios 6:16-17 el cual dice: 16 “Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente. ¿Qué es lo que realmente declara esta cita que aborrece Dios?, ¿los ojos físicos?, ¿la lengua física?, ¿las manos físicas? ¡No amado lector! Aunque ciertamente mediante el cuerpo expresamos lo que sentimos, lo que el texto quiere decir claramente es que Dios detesta, aborrece y odia la maldad (o sea el pecado, los actos pecaminosos).
Por regla general todo interprete debe saber que a los libros poéticos les rige un principio de interpretación literaria y es que son libros que no pueden emplearse para establecer doctrina. Algo característico de este género literario es el uso de metáforas, hipérboles, etc. Al usar este género literario con fines interpretativos lo debemos hacer ceñidos a las proporciones didácticas de la Biblia y al hacerlo aventajan los escritos a favor del Amor de Dios por el pecador. La única manera de interpretar correctamente estos pasajes y evitar confusiones es comprendiendo la manera en la que estos versículos emplean una figura literaria que algunos teólogos y eruditos llaman “metonimia”. La “metonimia” es un lenguaje retórico muy similar a otro lenguaje literario conocido como “sinécdoque”. Es algo así como la designación de una cosa con el nombre de otra. Para que le resulte más comprensible … ¡en arroz y habichuela como dicen en mi país Puerto Rico! … digamos que usted odia el escrito del español Miguel de Cervantes titulado “El Rufián Dichoso” pero en vez de decir que odia el escrito de Cervantes, lo expresa de otra manera diciendo que odia a Cervantes. Se sobreentiende que no es que usted odia a Cervantes como persona, pero si odia ese escrito en particular por las razones que usted entienda. Pues, eso amigo lector, es la problemática que tienen algunos con ciertos pasajes, como (Salmos 5:5, 7:11, 34:16 y Proverbios 11:20). Estos pasajes y otros muy similares no afirman que Dios odia a los pecadores sino el pecado.
Quisiera concluir este breve articulo con las siguientes citas que se encuentra en Ezequiel 18:23,32 NVI y 1 Timoteo 2:4. Ezequiel 18:23,32 dice: “23 ¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que viva? Yo, el SEÑOR, lo afirmo. 32 Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo afirma el SEÑOR omnipotente. Y en 1 Timoteo 2:4 leemos: pues él (Dios) quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.
Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado. Ciertamente esto no quiere decir que Dios no mande al infierno a nadie o permita su tormento eterno, esto sería aniquilacionismo, una idea atractiva para quienes consideran horrorosa la concepción de tener que pasar una eternidad condenados en el infierno.
Recordemos que otro atributo de Dios es que es Santo y Justo. Por tal razón el amor de Dios no es complicidad con el mal. Dios no puede ir en contra de su naturaleza, en esencia, Él es Santo y Justo también. Eso es lo que precisamente quiere decir Juan 3:36 como también Romanos 1:18. Hay una sentencia de muerte eterna que pesa sobre todos los pecadores a causa del pecado y de no arrepentirse y confiar en la suficiencia de Cristo para el perdón de los pecados, el pecador sufrirá el castigo y la condenación eterna, Romanos 6:23 declara, "Porque la paga del pecado es muerte". También, Hechos 17:30 nos dice que Dios ordena el arrepentimiento de todos los hombres si no quieren sufrir las consecuencias eternas por el pecado. Esta es precisamente la buena noticia del evangelio, que existe la manera de ser reconciliados con Dios a pesar de nuestra condición de muerte. En Cristo Dios proveyó la oportunidad de salvación. El pecador puede ser salvo si confía en la justicia de Cristo. Hay que reconocer que nuestra propia justicia no sirve de nada. Que no podemos ser salvos por las obras sino únicamente por la Gracia de Dios. Efesios 2:8-9 RVR 1960 dice: 8 "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe".
Amado lector, si no eres cristiano oro para que Dios de alguna manera use este escrito y te persuada de esta gran verdad.