uchos se creyentes se preguntan si puede un cristiano perder su salvación en un momento dado. Se puede aclarar y ampliar esta pregunta de la siguiente manera: “Una vez que una persona ha nacido de nuevo en la familia de Dios, o sea, ha recibido una nueva vida, una nueva naturaleza, y ha sido justificado y sellado por el Espíritu Santo, ¿puede ese individuo en algún momento perder su salvación debido a su pecado o sus pecados, o por haber dejado de creer o por alguna otra causa? ¹
Tres cosas cruciales a tener en cuenta
Hay, por lo menos, tres factores cruciales que impactan la idea de la pérdida de la salvación de una persona.
Primero, tiene que ver con un individuo que ha nacido de nuevo, o sea, de una persona que posee la vida eterna por fe en el Hijo de Dios, el Señor Jesucristo, y no solo alguien que profesa conocerlo. En la Escritura Dios nunca promete vida eterna a las personas que pertenecen a alguna iglesia o denominación o secta o que practica ciertos ritos o tradiciones religiosas; o, a individuos que nunca han aceptado el regalo de la vida eterna o que nunca han cambiado sus mentes de un rechazo de Cristo por fe. Además, el nuevo nacimiento no es solo alzar la mano, o pasar al frente, o repetir una oración formalmente. Tampoco es solo tener membrecía en una organización religiosa o haber sometido al bautismo u otro rito sagrado o sacramento o por donar un dinero o por asistir a una campaña evangelística.
El Dios verdadero ha prometido el regalo de vida eterna a sus hijos que tienen una fe genuina, a la gente que en el presente posea la vida eterna y ha colocado su fe en Jesucristo. O sea, tiene que hacer una decisión personal y deliberada de creer que Jesús murió y resucitó de entre los muertos por nosotros. Considere las siguientes citas bíblicas: 1 Jn 5:11-12; Tito 3:5-7; Ef 2:8-9.
Segundo, el tema es la seguridad eterna, no la carnalidad temporal, pues no estamos enfocando la disciplina divina sobre sus hijos testarudos o caprichosos. Si se mezcla estas dos ideas, te confundirás irremediablemente. La carnalidad tiene que ver con el creyente que obstinadamente camina en la carne y escoge un estilo de vida que no está bajo el poder y control del Espíritu Santo. Pero si tomas un tiempo para leer estos tres pasajes en el Nuevo Testamento (1 Cor 3:1-3; Gá 5:16-23; Heb 12:5-13) te darás cuenta que un cristiano carnal es un hijo de Dios que vive bajo la disciplina del Señor. Estos pasajes no se refieren a un cristiano que ha perdido su salvación, sino más bien a alguien que ya es testarudo y caprichoso, uno que está caminando en la fuerza de la carne.
Muchas veces los que enseñan que un cristiano no tiene una seguridad eterna, tampoco tiene lugar en su teología para la carnalidad o lujuria, a pesar de que la Biblia claramente presenta la triste realidad de que un hijo de Dios puede caer en períodos cuando camina “en la carne.” Pero como es cierto en nuestra propia familia, siempre siguen siendo hijos aun cuando nos desobedecen obstinadamente. Los podemos disciplinar, pero no negamos que sean nuestros hijos. No confundas la seguridad eterna con una carnalidad temporal.
Tercero, es fundamental enfocar lo que Dios ha hecho para sus hijos y no lo que hemos hecho para Él. La salvación no es algo que merecemos, sino que la recibimos como un regalo. Tú no persigues a Dios sino más bien Él te persigue. Pues fue Él quien vino a rescatarnos cuando éramos esclavos del pecado y sin una pizca de esperanza. Considere: Ro 5:8; Ef 2:1-7.
¿Cuándo recibimos la salvación? Leamos otra vez Romanos 5:8: “cuando todavía éramos pecadores.” También en Efesios 2 dice que cuando estábamos “muertos” espiritualmente y cuando fuimos “por naturaleza hijos de la ira.” Este tiene que ser el punto de partida para entender la doctrina bíblica de la seguridad eterna. Ya que la salvación no es algo que merecemos o ganamos o logramos hacer, tiene sentido que tampoco podemos quitarla. La salvación es un obsequio de Dios que su poder hace posible y porque es impensable y aun imposible para una persona como tú o yo poder cambiar, de alguna manera, el máximo logro del plan del Señor.
Una pregunta: ¿puede la obra de Dios ser destrozada o arruinada?
Escucha bien esta oración: Ya que mi seguridad depende de lo que Dios ha hecho por mí a través de Cristo, entonces varias obras de Dios tendrían que ser destrozadas o arruinadas si es que podría perder mi salvación. En adición, la Biblia definitivamente lo diría. Cabe preguntar si estás de acuerdo con esa oración. Probablemente, hace falta aclararla. Primero, repetidamente las Escrituras hacen claro que nuestra salvación ha sido posible debido a la obra de Cristo en la cruz, no debido al esfuerzo humano. Dios ofrece a los seres humanos la vida eterna como un regalo, y no como una recompensa, ¿verdad? Segundo, si fuera posible para mí perder mi salvación, entonces Dios tendría que dar marcha atrás la transacción de alguna manera, quitar su obsequio o de alguna manera desnudarme de su perdón. Entonces, tercero, su Palabra haría eso bien claro de manera que todos serían advertidos. De manera que cuando comenzamos con lo que Dios hace, tal como enseña la Biblia, tendremos que afirmar que Él tendrá que quitar de nosotros el regalo que Él dijo que era siempre nuestro. Tendría que ser así si decimos que hemos perdido nuestra salvación. Además, la Biblia definitivamente tendría que tener versículos claros y explícitos que lo digan. No solo es impensable de que Dios quitara una promesa eterna; eso es imposible. Acuérdate que Dios es inalterable. Eso quiere decir que no cambia. Tampoco puede mentir y tampoco dice que el obsequio de la vida eterna es solo prestado a nosotros. Al contrario, Hebreos 10:14 dice con terminante claridad:
"porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados", Hebreos 10:14.
La “única ofrenda” se refiere a la muerte sacrificial de Cristo en la cruz. ¿Y qué es el resultado? Afirma que se trata de una transacción que es efectuada “para siempre.” Cuando aceptamos a Cristo Jesús por fe, o sea, cuando recibimos el regalo de la vida eterna, entonces estamos apartados para Dios; clara y exclusivamente somos suyos y santificados de la misma manera que una nueva criatura nacida en tu familia es apartada para ti. El Padre declara que es una transacción que es eficaz “por todo el tiempo.” No hay nada temporero en este arreglo con Dios.
Entienda que Dios coloca todo el valor de la obra terminada en Cristo al crédito del pecador. Nada de esto puede ser cambiado. Dura para siempre y “por todo el tiempo.” Por lo tanto, quienquiera que sugiere que la aceptación eterna del cristiano depende de su propia conducta de un día para otro, eso es en realidad un insulto o una difamación de la obra terminada de Cristo. En realidad, lo que eso dice es que Cristo solo comenzó la obra y, por implicación, tú y yo tenemos que completarla. Y si ese fuera el caso, entonces mereceríamos parte de la gloria que solo Dios merece. Y nada más podría estar tan lejos de la verdad. Estos versos muy conocidos raramente se aceptan literalmente. Pero en este escrito estamos enfocando a un hijo genuino de Dios.
¿Las Escrituras enfatizan la seguridad de salvación con que Dios guarda al creyente?
Hay versículos en el Nuevo Testamento que ayudan a contestar la pregunta acerca de cuáles pasajes apoyan y afirman la seguridad de salvación del creyente.
"Entre nosotros hay algunos que son judíos y otros que son gentiles; algunos son esclavos, y otros son libres. Pero todos fuimos bautizados en un solo cuerpo por un mismo Espíritu, y todos compartimos el mismo Espíritu", (1 Cor 12:13).
Según este versículo el cristiano pertenece al cuerpo de Cristo, a pesar de su raza o rango y también el Espíritu Santo le llena por completo. Si pudiéramos perder nuestra salvación, seguramente seríamos expulsados del cuerpo de Cristo. No obstante, tal idea nunca aparece o da a entender o ni siquiera se insinúa en la Biblia. Ningún pasaje afirma que una vez que nos encontramos en “Cristo,” después algunos de ellos van a encontrarse “fuera de Cristo.” Por eso, debemos recordar una promesa que Jesús hizo cuando ministraba y compartía con los discípulos:
"Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré", (Jn 6:37).
Cabe señalar a los que todavía luchan con la idea de que la salvación descansa en Dios y no en nosotros. Meditan en las palabras de Jesús que dicen que el Padre nos da al Hijo. Tiene mayor significado cuando reconocemos que es el mismo Jesús que dice que “jamás los rechazaré.” El texto en griego lo declara con dos negativos lo cual subraya enfáticamente algo que podemos parafrasear: “quienes vienen a mí definitiva y positivamente nunca jamás los botaré.” Jesús no titubea o condiciona la afirmación con palabras como “pero,” “si es que,” “sin embargo” o “no obstante.” Tampoco solo significa que “yo no los rechazaré o rehusaré” sino significa también que “yo no los voy a soltar después de haberlos recibido.” No hay nada temporero o implicado en sus palabras. ¿Y qué dice Efesios 1:13 y 4:30? "Y ahora ustedes, los gentiles, también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás". (Ef 1:13)."No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención". (Ef 4:30).
El Espíritu Santo no solo coloca al creyente en el cuerpo de Cristo, sino lo “sella” también. El sello comienza a afectar al creyente desde el momento que recibe a Cristo como su Salvador. Si pudiéramos perder la salvación, obviamente ese sello tendría que ser roto, pero eso contradecía la promesa de Dios. Al decir que somos sellados para el día de la redención (el día en que recibimos los nuevos cuerpos que duran para siempre), entonces podemos estar seguros que nada podrá interrumpir ese plan divino. Jamás aparece en las Escrituras donde el sello del Espíritu será roto y tampoco aflojado. Amerita las lecturas de Romanos 8:1; Romanos 8:31-39.
El término más fuerte para el castigo eterno se traduce como “condenación” en el verso 1. Se nos asegura que no tendremos que encarar tal castigo una vez que estamos “en Cristo Jesús.” Y la última sección de Romanos 8:33-35 da seguridad adicional de que tenemos a Dios a nuestro favor. ¿Quién se atreve a acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie [nos acusará]…Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque [no hay ningún juez]… ¿Acaso hay algo [o alguien] que pueda separarnos del amor de Cristo? [No hay ningún ejecutador.] …. (Ro 8:33- 35).
¿Por qué? Porque estamos seguros en Cristo Jesús. Observa con mucho cuidado y verá que ninguna de estas promesas está condicionada. “Dios está a nuestro favor” (Ro 8:31). “Somos más que conquistadores” (Ro 8:37). Estamos adentro de un sobre, y, por lo tanto, protegidos, seguros y a salvos contra todas las amenazas posibles (Ro 8:38-39). Para completar este estudio de la Escritura tenemos que examinar a Juan 10:27-29. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos. ² Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. (Jn 10:27-29) ¿Leíste esas palabras con discernimiento? ¿De quién habla Jesús? los cristianos que le siguen son los verdaderos creyentes. Estos versos no enseñan acerca de cómo una persona se convierte en una oveja, sino más bien acerca de los resultados de ser una oveja. Jesús explica que es el propósito del Padre guardarnos seguros a pesar de todo el mundo y todas las cosas. ¿Prestaste atención al pasaje? Estamos rodeados por un muro doble de seguridad. Estamos en un agarre eterno de Cristo y “nadie [puede] quitarnos” de la mano de Jesús (Juan 10:28) y después también declara que estamos en la mano del Padre a la vez que estamos en la mano del Hijo, haciendo así absolutamente imposible que alguien pueda “arrancarnos de la mano del Padre” (Juan 10:29).
En 1 Juan 5:18, ¿qué dice acerca de “tocarlos”? Sabemos que los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos. (1 Jn 5:18). Una autoridad del griego neotestamentario dice que significa esa palabra “‘asaltar’ con el propósito de cortar la unión vital entre Cristo y el creyente.” Ni siquiera el diablo con todo su poder sobrenatural puede asaltar al creyente y así romper nuestra unión eterna. Es una promesa maravillosa. Los que han nacido de nuevo están “guardados” por el Cristo Jesús. El penúltimo versículo 24 de la carta de Judas amerita nuestra atención. El escenario es ese día futuro cuando el creyente está parado en frente de Cristo antes de que la persona entrara a la gloria del cielo. ¿Estaremos de pie avergonzados e inseguros de nuestra entrada o dudosos y llenos del miedo? ¡De ninguna manera! Se nos promete que Él es quien nos llevará “sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia” (Judas 24). ¡Sin culpa! Es una maravillosa promesa cuando los creyentes están por morir. Hemos examinado una variedad de pasajes bíblicos que tienen el mismo tema y ya hemos visto que nuestra salvación realmente descansa en la fuerza de Dios, y no en la nuestra; y que nuestra seguridad está en el poder de Cristo, no el nuestro. Y que nuestra protección depende del agarre firme del Padre, no del nuestro. Y que nadie, incluyendo el diablo, puede cortar la unión vital que nos conecta con nuestro Señor Jesucristo. Y ¿por qué? Se debe a la muerte y resurrección de quién nos perfeccionó “por todo el tiempo” (He 10:14) a causa de su obra terminada, no la nuestra.
¿Por qué algunos dudan y niegan esta doctrina?
No es fácil entender porque hay los que dudan y niegan la seguridad de salvación del creyente con las muchas citas bíblicas ya analizadas y las docenas no citadas aquí. No obstante, la mayoría de los que dudan tienen dificultad en cuatro áreas que incluyen ciertos pasajes problemáticos, el temor de que esta creencia llevará a cristianos a vidas de riendas sueltas, un mal entendimiento de la carnalidad y los sentimientos de que les faltan suficientes méritos.
Los pasajes problemáticos. Tenemos que admitir que, de primera vista, ciertos pasajes, parecen enseñar que los cristianos pueden andar sin rumbo tan lejos del Señor que ya no forman parte de la familia de Dios. A continuación, damos algunas directrices para seguir cuando uno encuentra dichos pasajes.
- Lea con sumo cuidado las palabras en el versículo.
- Estudie el trasfondo o contexto que rodea los pasajes.
- Recuerde que Dios no puede contradecir a sí mismo. Definitivamente no diría una cosa en un versículo y otra cosa en otro verso.
- Pida a Dios por la sabiduría y percepción necesarias.
- Busque el consejo en los libros confiables o de los estudiosos de las Escrituras que son intérpretes confiables. Pero lo principal es, compare la Escritura con la Escritura.
- Si todavía no puedes comprender, espere pacientemente a Dios para que Él te muestre en un día futuro. Su Palabra es como una mina muy profunda, y algunas de sus riquezas pueden aparecer de repente e inesperadamente.
El temor de una vida desenfrenada. En Romanos 6:1-11 aparece una advertencia seria. Léalo con calma y concéntrese bien.
Cualquier doctrina puede ser abusada…pero eso no es una buena razón para rechazar esta enseñanza. Hay quienes tengan una convicción personal, o, mejor dicho, una creencia firme y calma en la seguridad eterna que les provee una motivación más fuerte para vivir para Cristo que el miedo de la pérdida de la salvación. Si creyéramos en la pérdida de la salvación, lo único que necesitaríamos para corregir el problema sería ser salvo de nuevo. Y otra vez y otra vez…. Ves, los que saben que están seguros en la mano del Padre están conscientes que una vida desenfrenada o con riendas sueltas recibiría un fuerte latigazo disciplinario. Ese conocimiento da un ímpetu para caminar en la luz con seriedad y constante para el resto de la vida. Puedes preguntar a cualquier cristiano que ha pasado mucho tiempo bajo la dolorosa vara de Dios y confirmará que no es nada agradable.
Un mal entendimiento de la carnalidad. Cabe subrayar otra vez que quienes ostenten una salvación insegura tienden a dejar poco espacio para la enseñanza sobre la carnalidad. Contrariamente, el Nuevo Testamento está repleto de las instrucciones a los creyentes que han sido llevados lejos del Señor. Ese es el punto principal de la parábola del hijo “pródigo” (Lu 15:11-24). Ciertamente el joven merecía ser castigado, pero su padre no lo castigó, pues no podía rechazar a un hijo suyo, y le dio un fuerte abrazo. Aunque pueda parecer desagradable, la carnalidad es una opción para ciertos creyentes. Conlleva consecuencias serias y desalentadoras que no deben ser confundidas con la pérdida de la salvación. Según el apóstol Pablo había algunos creyentes en la antigua cuidad de Corinto que seguían viviendo carnalmente y Dios los quitó de la tierra… y aun esa disciplina no debe ser confundida con la condenación.
"Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto. Si nos examináramos a nosotros mismos, Dios no nos juzgaría de esa manera. Sin embargo, cuando el Señor nos juzga, nos está disciplinando para que no seamos condenados junto con el mundo", (1 Co 11:30-32).
Recuerda, quienes han creído en Cristo nunca jamás serán condenados (Ro 8:1).
Sentimientos de falta de merecimiento. Si usáramos la lógica humana, estos sentimientos serían un problema normal. Pero la perspectiva humana no es la autoridad máxima para el cristiano, más bien son las Escrituras. Por ejemplo, a veces podemos “sentirnos” casados y otros días no lo sentimos. Hay días que uno siente su edad, y otras veces se siente más joven. A veces las personas no se sienten merecedoras del amor de su madre o ambos padres. Comoquiera abunda su amor. Todos tenemos sentimientos que con frecuencia son muy equivocados. ¿Se acuerda del hijo pródigo? Cuando regresó a su sentido común, regresó a su padre y comenzó a confesarse con seriedad.
Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu 13 Siguiendo la Sana Doctrina “Habla tú… de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1) hijo”. ³ (Lu 15:21). Sin embargo, su padre fiel, amable, paciente y perdonador interrumpió su confesión con acciones de misericordia y gracia. Restauró a su lugar de importancia en su familia al despreciable e indigno hijo, que ya no era rebelde. Sin reservación, el padre abrazó a su hijo y le dio una bienvenida a su hogar… fue el mismo hijo, pero ahora se sintió sin méritos. El sentido de culpabilidad nos afecta terriblemente. Se nos miente y nos golpea a una sumisión. Nos conviene ahora que las promesas de Dios en realidad no nos apliquen. Grita tan fuerte y ruidosamente que equivocadamente comenzamos a creer que es la voz de Dios. Nos rebaja, nos pisotea, nos quita de circulación y nos empuja tan lejos hacia abajo que comenzamos a cuestionar nuestra propia salvación. Pero la belleza de la gracia, que solo nos puede rescatar permanentemente del sentido de culpabilidad, llega dónde estamos y nos da lo que no merecemos.
Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al SEÑOR», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció. (Sal 32:5 NTV) ¿Qué consejo podemos dar a uno que se siente culpable? “Culpable, hijo de Dios, mira arriba al Señor. Rehúsa a permitir tu culpabilidad convencerte de una mentira. Eres un hijo de Dios siempre y cuando hayas nacido de nuevo en su familia. No tienes que nacer de nuevo repetidamente. Necesitas admitir tu pecaminosidad y ‘confesar tus transgresiones’ en tu vida a tu Señor. Basado en la autoridad de su Palabra, te aseguro que nuestro Padre celestial te perdonará de tus pecados y quitará la culpabilidad que te acompaña. Y hazlo ahora mismo.”
Asistente de edición Albert Cuadrado para propósitos de ser incluido en este blog.