os escépticos alegan que si Dios es un Padre amoroso, entonces debe ser responsabilizado por no hacer nada contra el mal y el sufrimiento.
“Tiene que haber un absoluto si va a haber la moral, y tiene que haber un absoluto si va a haber valores. Si no hay absolutos más allá que las ideas del hombre, entonces no existe un criterio final para juzgar entre los individuos y los grupos cuyos juicios morales están en conflicto.” (Frances Schaeffer, “How Should We then Live?” (Wheaton, IL: Crossway, 2005), 145).
La ley moral existe para protegernos
Los escépticos alegan que si Dios es un Padre amoroso, entonces debe ser responsabilizado por no hacer nada contra el mal y el sufrimiento. Pero existe una analogía aplicable. Un buen padre prepara a sus hijos para encarar los retos del mal en su medio ambiente. La lección más importante es tratar de enseñarles a mantener en sujeción el mal en sus corazones. Se les enseña a relacionarse sabiamente con otros, cuidar su salud física y protegerse para evitar ser expuestos a las influencias dañinas. Ese padre hace todo para prepararlos a encarar a la gente que los heriría adrede o de las circunstancias potencialmente peligrosas. Si usan su sabiduría y sentido común, esos hijos pueden evitar una gran cantidad de dolor, por lo menos la parte infligida a sí mismos. El otro dolor que proviene de las malas acciones de los demás puede ser evitado o comprendido de manera más clara. De la misma manera, nuestro Padre celestial nos da instrucciones de cómo vivir nuestras vidas para evitar la cantidad máxima de dolor. Sus mandamientos son como letreros en el camino, advirtiéndonos del peligro que se avecina. Si tenemos en cuenta estos avisos, tenemos a lo largo mejores probabilidades de experimentar más gozo y paz. También Dios es nuestro Creador que diseñó este complejo planeta y si tomamos las precauciones necesarias, podemos evitar bastantes contratiempos.
Dios creó un mundo donde los humanos se exponen a factores necesarios para el ecosistema de manera que este planeta funcione apropiadamente, pero también pueden afectar a la gente si tiene contacto con estos elementos de manera equivocada. La ciencia, medicina y la razón nos ayudan a estar conscientes de manera que podamos evitar ciertos daños y para encontrar formas para sanarnos cuando estamos afligidos. Dios nos da una sabiduría para mejorar nuestras vidas y para minimizar los peligros de las enfermedades, la pobreza y los abusos. Estar enfadado con Dios por permitir lo malo se parece al enojo con Él por habernos permitido nacer y vivir. Además de darnos un entendimiento para aprovecharnos del mundo físico a nuestro derredor y evitar los peligros, Dios nos alerta sobre el mundo espiritual invisible.¹ Existen no sólo humanos malos sino espíritus malvados. No son seres que causan todas las enfermedades y los percances y, por eso, tienen que ser apaciguados como se creía en épocas pasadas. Jesús tuvo que llevar a cabo parte de su ministerio confrontando a estas entidades (Mr 1:21- 27). Más tarde, el apóstol Pedro les dijo a los gentiles que “Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder. Después Jesús anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que eran oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”(Hch 10:38 NTV). Dios demostró su gracia en Jesucristo cuando se hizo hombre y dominará a este enemigo finalmente. Aunque las mentes escépticas se burlan abierta y ruidosamente de esta realidad, existe evidencia de estas entidades malvadas invisibles que inspiran y energizan lo malo en los seres humanos. Muchas veces la cultura occidental con su cosmovisión naturalista pasa por alto esta maldad. Sin embargo, las entiende muy bien en el resto del mundo de las dos-terceras partes del planeta.
Los orígenes de lo malo
Entonces, ¿de dónde viene el mal? ¿Fue creado por Dios? ¿Cómo podría un Dios todopoderoso y amoroso colocarnos en esta clase de mundo? La respuesta está clara: Dios creó a ciertos seres que tenían una capacidad de caer o fracasar. Caer significaba hacer decisiones que no eran buenas. Los ángeles y los seres humanos creados a la imagen de Dios fueron dotados con un poder real de hacer selecciones y escoger. Si Dios los hubiera creado sin esta capacidad y sin derecho, no tendríamos que abordar este tema de los orígenes del mal y no podríamos analizarlo o discutirlo.
En países donde dominan los dictadores, algunas libertades fundamentales tales como la libertad de palabra, de reunión, de asociación, de movimiento o de expresión están condenadas. Pero en este mundo Dios permite a los ateos, escépticos, agnósticos, creyentes e incrédulos a expresarse. Aun rehúsan creer en Dios como el soberano supremo porque dicen que un mundo gobernado por Él sería una utopía celestial. La ironía de esto es que estas personas viven en lugares con muchas libertades y si estuvieran en un país islámico o aun en Corea del Norte no tendrían el derecho de oponerse a la cosmovisión de su líder. No obstante, en el mundo creado por Dios existen selecciones reales. Dios dotó a los humanos con el derecho de escoger aun cuando sabía que harían decisiones equivocadas. Los ángeles llevaron la delantera y fueron seguidos por los seres humanos. El hecho de que Dios no creó a una especie de robots que fueran obligados a obedecerle ciegamente subraya el privilegio genial y la responsabilidad que tenemos para escoger correctamente.
El mundo que Dios creó está gobernado por las leyes y a la vez permite decisiones reales hechas por los hombres y los ángeles. Esta capacidad de escoger el bien y ejecutar acciones heroicas también da la oportunidad de hacer lo malo. Dios nos dio sus leyes morales para revelar su carácter y naturaleza que son puros y sin mancha. “Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad” (1 Jn 1:5 NTV). Además, nos dio sus leyes para que pudiéramos relacionarnos apropiadamente como pueblo y pudiéramos minimizar el daño a nuestras vidas que causaría el quebranto de sus leyes. “En realidad, las reglas morales son direcciones para correr las máquinas humanas. Cada regla moral está allí para prevenir un quebranto o una carga o una fricción, en la operación de esta máquina. Esta es la razón de que al principio estas reglas parecen interferir constantemente con nuestras inclinaciones naturales.”²
¿El mejor mundo posible?
El matemático y filósofo Godofredo Leibtniz (1648-1716) preguntó acerca de este mundo: “¿Es este el mejor mundo posible?” Después de un análisis de varios factores, concluyó que efectivamente este mundo es el mejor de los mundos o universos posibles.³ Pero no dijo que era un mundo perfecto. El pensador Christopher Hitchens ha estado en desacuerdo debido a las enfermedades y las estrellas que colapsan las cuales son evidencia de pobre ingeniería.⁴ Él y otros han concluido que las imperfecciones en este universo señalan la ausencia de un Diseñador inteligente. No obstante, cualquier cosa creada y finita está sujeta a la muerte y el deterioro. Dios nos creó como seres humanos con una dimensión eterna espiritual. En el centro de nosotros somos seres espirituales viviendo en cuerpos materiales. Aunque estos cuerpos se descomponen, las partes espirituales vivirán para siempre. El apóstol Pablo dijo que “Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día” (2 Cor 4:16). Las vidas cortas que vivimos en la tierra ni siquiera se registran como significativos, si es que esta vida es todo lo que hay. Somos como una gota en una piscina.
En realidad, existen principalmente tres posibles mundos que Dios pudo haber creado:
- Un mundo con un control absoluto sobre nosotros de parte de Dios: Dios nos pudo haber creado sin la capacidad o la opción de hacer lo malo. No podríamos escoger entre alternativas, pues sólo seríamos programados para hacer el bien y como seres humanos seríamos nada más que autómatas programados. Hoy en el mundo actual nos encontramos en un dilema: queremos nuestra libertad y nos disgusta el hecho de que tenemos que escoger. Aunque Dios está en control de la historia, nos permite escoger pero esas selecciones tienen consecuencias reales.
- Un mundo caótico. Dios pudo haber creado un mundo con ninguna intervención en lo absoluto de su parte. Como alegan los deístas, pudo haber creado todo y haberlo dejado solo para seguir su curso. Eso implica que un individuo podría hacer cualquier cosa que deseara sin consecuencias. Sin ninguna intervención en ningún momento, sólo sobrevivirían los más aptos. También sería un mundo donde la única esperanza dependería del esfuerzo humano.
- Un mundo donde ambos cooperan. Dios era capaz de crear un mundo donde da oportunidades reales para decidir entre alternativas. Obraría entre nosotros y actuaria según sus propósitos y promesas. Haciendo un pacto con la humanidad, Él entra en nuestras vidas cuando lo invitamos a entrar. Así nos dejaría una razón para orar y pedirle ayuda y también permitirnos escoger a seguir sus mandamientos.
Es evidente que Dios decidió crear la tercera opción. Existen selecciones auténticas con consecuencias reales por nuestras acciones. A la vez Dios retiene la capacidad de actuar dentro de su creación. No es sólo un dramaturgo que se sienta y observa, sino es un actor en la historia que Él y el hombre escriben. Recordemos lo que destacó el apologista y escritor C. S. Lewis: “Dios creó las cosas que se tiene que escoger. Eso quiere decir que son criaturas que pueden equivocarse o escoger el bien. Algunas personas piensan que pueden imaginar una criatura que estaba libre pero que no tenía la posibilidad de equivocarse, pero yo no. Si una cosa tiene libertad para hacer el bien, también está libre para hacer el mal. Y la libertad de seleccionar es lo que ha hecho posible el mal. ¿Por qué, entonces, Dios les dio una voluntad con libertad? Porque el libre albedrío, aunque hace posible lo malo, también es la única cosa que hace posible un amor o la bondad o el gozo que vale la pena tener. Un mundo de autómatas—de criaturas que funcionaron como máquinas—apenas vale la pena de crear.”⁵
¿Por qué Dios no quita el mal del mundo?
Sin el contraste de lo malo, no podríamos saber lo que es bueno. Sabemos lo que es la luz por la existencia de la oscuridad y el calor porque existe el frío. Dios nos permite compenetrar la realidad mediante el uso de contrastes. Al crear seres que fueron espirituales, no físicos, y darles el derecho de escoger, Dios hizo posible la existencia de seres malos e invisibles. Además, de alguna manera, estos seres tienen la capacidad de infligir daño e inyectar enfermedades a la condición humana. Al permitirles la habilidad de escoger, cometen el mal. Dios sabía que estaba dando a sus criaturas la opción de cometer el mal, pero no nos dejó sin medios de defendernos con armas espirituales, el discernimiento y la oración para combatirlo. Dios define lo que es malo y nos informa lo que es inaceptable. Sus mandamientos no son cargas sino que existen para protegernos. Son como letreros para advertirnos en las carreteras o en las etiquetas de las medicinas. Las leyes de Dios son actos de misericordia, no de ira. Dios denuncia lo que es malo y nos manda a evitarlo y abstenernos de lo mismo. Nadie está en contra de la maldad más que Dios. Su propia naturaleza se opone el mal. Nos llama para que no practiquemos lo malo; no obstante, nos permite seleccionar entre la obediencia a Él y la desobediencia. Dios derrota el mal. Mediante su vida y muerte en la cruz, Cristo vino para quebrantar el poder de la maldad sobre los seres humanos. En su crucifixión, Él fue castigado por nuestra maldad y proveyó así el perdón por lo que habíamos hecho y nos dio libertad en Cristo. Dios destruye lo malo. Puesto que la maldad tuvo un comienzo, tendrá un fin. El científico, teólogo y apologista Hugh Ross explicó que Dios permitió la posibilidad del mal en el espacio y en el tiempo de manera que Él podría eliminarlo por toda la eternidad en la nueva creación que reemplazará al universo: “Como una expresión de su amor por la humanidad, Dios creó el universo como lo hizo para protegernos de un futuro manchado por el mal. Hizo este cosmos para servir de arena donde lo malo y el sufrimiento podrían ser sacados por sus raíces, final y eternalmente—a la vez que simultáneamente mantuvo la capacidad humana para ejercer su propia voluntad y, así, experimentar y expresar el amor.”⁶ Al permitir el mal, una presencia temporera en la existencia humana, no sólo lo derrotó en la cruz sino también finalmente, quitará la maldad para siempre (Apo 21:1-4). Debido a esto, en la eternidad podremos vivir sin cometer lo malo y sin la presencia de la maldad.
Un retrato verdadero de nosotros mismos
La gente desilusionada piensa que se es algo que no es. La cuestión es ¿Quién decide lo que es la realidad en sí? Cuando te ves en el espejo, ves una imagen que corresponde a lo que sabes, es verdadera. Viéndote tal cual eres hace posible un comienzo para mejorar tu vida. Por otro lado, pasando por alto la realidad lleva a la futilidad. Como dijo Ravi Zacharías, el filósofo cristiano, “Esa es la razón de que el ateísmo está completamente en bancarrota como un punto de vista, pues falla miserablemente en tratar la condición humana tal cual es.”⁷ Volar en un avión a miles de pies de altura en el aire por varias horas parece abrir a personas desconocidas la posibilidad de compartir el evangelio. En una ocasión cuando un ministro estaba sentado al lado de un hombre, éste lo retó en voz muy alta que de ninguna manera Dios podría existir debido a todo lo malo que existe en el mundo. Cuando surge esta cuestión, es crucial primero averiguar la situación de la persona y sus parientes, porque pudiera ser que esté expresando algo real en su vida.
En este caso el ministro le contestó que era cierto, Dios podría eliminar el mal en el mundo en un cerrar y abrir de ojos, pero para hacerlo tendría que liquidar a todo ser humano. Eso iría paralelo al relato de Noé y el diluvio en Génesis. “El Señor vio la magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que la gente pensaba o imaginaba era siempre y totalmente lo malo. Entonces el Señor lamentó haber creado al ser humano” (Gn 6:5-6ª NTV). Con el tiempo Dios destruyó la mayoría de los seres humanos salvo una familia de ocho. La maldad como un virus estaba en todos, aunque todavía no completamente manifestado. También ha aumentado en nuestro día. A la vez Dios tiene otro plan para eliminar todo lo malo en este mundo sin destruir a todos. Dios quiere quitar todo el mal en nuestros corazones sin liquidarnos, porque dentro de nosotros hay ese virus. En este caso el pasajero quería eliminar lo malo de otros, pero no estaba dispuesto a abandonar el suyo. Muchas veces es así. Queremos que Dios detenga las malas consecuencias pero no nuestras propias acciones malas. Deseamos que lo malo no suceda a nosotros pero no por medio de nosotros.
Una de las razones para servir a Dios es que podemos ayudar a los que se sienten tentados por lo oculto,⁸ el vudú y otras sectas. Al compartir el evangelio de Jesucristo, a veces lo único que se puede mostrar es que realmente el mal existe. Se parece a un enfermo con un dolor sin saber su causa. Cuando va a un buen médico, le puede informar si existe un tratamiento o no. El evangelio nos informa que la fuente de nuestro dolor es nuestra separación de Dios debido al pecado de quebrantar las leyes morales de Dios. Como resultado nuestras vidas y almas también están quebrantadas. La segunda razón para servir a Dios es que el evangelio es lo único que puede decir a los incrédulos lo que tienen que hacer para sanar su condición espiritual. Y cuando somos fieles en testificar del poder divino de sanar a los pecadores, hay una probabilidad de que algún ser querido esté orando por ellos.
Resumen
- La ley moral está escrita en el corazón de todo ser humano.
- El bien y el mal son reales y sólo son entendidos verdaderamente a la luz de la existencia de una autoridad trascendente. Esto se debe a que los principios morales son universalmente verdaderos, sin importar la cultura o el trasfondo.
- La existencia de lo malo no es una evidencia de la ausencia de Dios en nuestro universo sino una evidencia de su ausencia en nuestras vidas.
- En definitiva, el mundo está lleno de maldad y dolor, pero sólo los humanos se dan cuenta de esta realidad y son las únicas criaturas capaces de hacer acciones que son intrínsecamente malas y buenas.
- El hombre está consciente de la moral; no obstante, el ateísmo no puede explicar el por qué.
- El naturalismo no ofrece ayuda para contestar la cuestión de la razón de la existencia del mal, que no sea la creencia de que el hombre, a diferencia de los animales, simplemente tiene una tendencia innata. Como dijo el Dr. William Lane Craig en su debate con Sam Harris en 2011 en la Universidad de Notre Dame: “Así que el punto de vista naturalista del Dr. Harris falla en proveer un buen fundamento para la moralidad objetiva…. En conclusión, entonces, hemos visto que si Dios existe, tenemos un buen fundamento para los valores morales objetivos y para los deberes morales objetivos, pero que si Dios no existe, entonces no tenemos un buen fundamento para los valores y los deberes morales. Por ende, el ateísmo del Dr. Harris no cuadra bien con su teoría ética. Además, lo que ofrezco al Dr. Harris esta noche no es una nueva combinación de valores morales (pienso que compartimos más o menos la misma ética en su aplicación). Mas bien, lo que ofrezco es un firme fundamento por los valores morales y los deberes que ambos ostentamos.” ⁹
- Esta misma oferta de un fundamento sólido moral y ético está accesible para cada persona. Esta es la razón de que creer que Dios existe es tan vital a nuestra existencia. De la misma manera que encontramos una ley moral dentro de nosotros, otros observan los cielos estrellados y se convencen de la existencia del Creador.
Asistente de edición Albert Cuadrado para propósitos de ser incluido en este blog. ¿Tiene alguna pregunta? Escribanos a: preguntas@magnagracia.org.
Referencias:
¹ “Ángeles y ángeles y más ángeles,” DSySM III:59-66.
² Lewis, Mere Christianity, 69.
³ Gottfried Wilhelm Leibniz, Theodicy (LaSalle, IL.: Open Court, 1985), 228; José Barrio, Historia de la filosofía (España: Editorial Vicens-Vives, 1980), 141, 148.
⁴ Christopher Hitchens, The Portable Atheist (Cambridge, MA: Da Capo Press, 2007), 394.
⁵ Lewis, Mere Christianity, 47-48.
⁶ Ross, 159.
⁷ Ravi Zacharias, Can Man Live without God? (Nashville: Thomas Nelson, 1994), 189.
⁸ “El Satanismo y lo Oculto,” La Sana Doctrina (marzoabril 2013), 8-13.
⁹ William Lane Craig debate con Sam Harris, “Is the Foundation of Morality Natural or Supernatural?