uede resultar agobiante incluso para un creyente tener que lidiar con sentimientos tan frustrantes. Es difícil aceptar que nuestra fe puede no siempre ser tan optima como deseamos que sea. En ocasiones, enfrentamos situaciones ante las cuales nuestra fe muestra cierta indecisión y esto a pesar de estar convencidos de que la fe no debe ser circunstancial. Uno de los grandes problemas sobre la duda es su incompatibilidad respecto a la sabiduría de Dios. El dudar de Dios impacta negativamente nuestra capacidad para ser sabios. Lo cierto, es que estos sentimientos de angustia, de temor y ansiedad; son la consecuencia de no creer que Dios sea capaz de brindarnos sus tiernos cuidados como nos lo ha prometido. Muchas veces no aceptar o estar en desacuerdo con una prerrogativa divina nos lleva a estar ansiosos. Debemos confiar en la soberanía de Dios si queremos vivir una vida cristiana triunfante. Para mí, este es un principio fundamental si queremos tener victoria sobre la duda. Dios no desea que vivamos en una constante incertidumbre; mas bien, es su deseo que seamos creyentes seguros de su bondadosa y amorosa naturaleza. Si usted es salvo, recuerde que Satanás tratara de tentarlo para que usted desconfié de la fidelidad de Dios. De seguro usted sabe que la Palabra eterna declara que Dios es fiel, pero; de pronto se encuentra dudando de tan fiable aseveración. Entienda que la Palabra de Dios profesa siempre la verdad, pues toda ella es veraz como afirma 2 Timoteo 3:16-17,16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Por tal razón; recuerde, cuan determinante sera el lugar que ocupe la Palabra de Dios en su vida para vencer estos sentimientos. Cuando el enemigo y acusador de los creyentes; Apocalipsis 12:10, quiera emplear maliciosamente nuestros pecados cometidos, a fin de acusarnos y hacernos dudar del perdón de Dios así como de su fiel cuidado, resistámosle con la verdad. Es menester que como creyentes vivamos sujetos al Señorío de Cristo, agradándole en obediencia y esto es posible si reconocemos la inerrancia de la Palabra de Dios y si vivimos sujetos a ella, Santiago 4:7.
Lectura sugerida, Santiago 1:5-8
Si usted es salvo, recuerde:
El amor de Dios es incondicional. Su amor inagotable esta garantizado para usted a causa de la justicia de Cristo que hizo posible su salvación. Dios no nos ama porque seamos buenos o merezcamos su amor, Romanos 3:10-11. Cuando somos capaces de corresponder en obediencia a su amor, es por que el Señor mismo nos asiste mediante el influjo de su gracia.
Acepte que fue perdonado. Si usted en arrepentimiento confió en la suficiencia del sacrificio de Cristo, usted fue perdonado. Efesios 1:7 declara,"En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia". Juan 5:24 dice, “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Romanos 8:1 dice, “Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús”. Aunque los creyentes si pueden ser castigados (recibir la disciplina del Señor a causa de pecados) no serán jamás condenados como acontecerá con el impío. Cuando Satanás intente hacerle dudar sobre su perdón, recuerde lo que dice la palabra de Dios. Considere también 1 Juan 2:1.
La primacía de la Palabra de Dios en su vida. Procure que la Palabra de Dios sea prioridad en su vida. Dedique tiempo suficiente para estudiarla. Necesitara sabiduría para lidiar con tales sentimientos de angustia, temor o ansiedad y solo si se alimenta de la Palabra de Dios sera capaz de frenar la duda en su vida. Hágalo y de seguro saldrá airoso.
La confianza en la soberanía de Dios. Reconozca la libre y absoluta iniciativa de Dios. Dios actúa libre y sabiamente según su beneplácito. Tratar de entender el propósito de Dios en ocasiones puede resultar frustrante para la mente finita y máxime cuando lo que Dios permite en la vida del creyente resulta desafiante. En vez de renegar o cuestionar su voluntad, aprendamos a descansar en su soberanía. Dios tiene cuidado de nosotros y debemos creer que aquello que permite en nuestra vida, a no ser, la consecuencia de algún pecado, obrara para bien, Romanos 8:28.
La importancia de orar. Todo lo antes expuesto es de suma importancia, pero no podemos olvidar la urgencia de la oración. Pablo dijo, “orad sin cesar”, 1 Tesalonicenses 5:17. Para el cristiano siempre sera oportuno orar. Llevemos nuestras aflicciones, preocupaciones, miedos o angustias a la presencia del Señor en oración y estando en su presencia descansemos en el. 1 Pedro 5:7 dice: "echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros".